Escuche mientras lee: “And you and I” de la excelente banda YES. Un hermoso y sencillo homenaje al amor y la relación consigo mismo, con el Mundo entero
En la entrega anterior hicimos un pequeño recuento de lo que la nueva Reforma Político-electoral representa, y de las muchas y muy escandalosas posturas de la oposición para fustigar el planteamiento, en especial, lo relativo a terminar con la figura de los plurinominales.
Para poder entender el quid del berrinche opositor, debemos volver en el tiempo al año 1977 cuando el político veracruzano, Jesús Reyes Heroles trabajara la propuesta de una Reforma Político-electoral, la misma que garantizó que los partidos políticos salieran de la clandestinidad; pero aun este “logro”, solo era parte de un esfuerzo mayor, tendiente a legitimar la administración del entonces presidente José López Portillo.
La propuesta del entonces Secretario de Gobernación, consideraba incrementar el número de representante populares, a la forma que hoy conocemos, por ejemplo, la Cámara de Diputados se integra con 500 diputados; 300 de ellos se eligen a través del voto directo en cada uno de los 300 distritos en los que se divide el país, a éstos se les llama, diputados de mayoría relativa.
Y después se le suman los 200 diputados que se integran desde una lista plurinominal que hace cada partido político. En esa lista, los partidos colocan a sus propuestas en orden de prioridad descendente, es decir, el número uno de la lista, tiene siempre garantizada su curul. Pero el objetivo original de las listas de representación proporcional, originalmente fue, garantizar que todos los partidos políticos aseguraran su participación en los trabajos legislativos.
Para entonces, únicamente los institutos políticos Partido Popular Socialista (PPS) fundado por el político mexicano y dirigente obrero, Vicente Lombardo Toledano y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), contaban con registro y reconocimiento de la autoridad federal y , muy importante, con financiamiento público.
Por lo demás, organismos como el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Comunista Mexicano (PCM), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), entre otros, existían en la clandestinidad y, obvio, no contaban con financiamiento.
Para entonces, las condiciones políticas en México no eran las mejores; el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz había asesinado a decenas de jóvenes estudiantes en la Plaza de las 3 Culturas de Tlatelolco la tarde del 2 de octubre de 1968; por su parte, la administración de Luis Echeverría Álvarez habría hecho lo propio al organizar el asesinato de estudiantes en el “Jueves de Corpus”, refriega encargada a un grupo paramilitar denominado Los Halcones”, y luego, el asesinato de la figura del caudillo de la Sierra de Guerrero, el profesor Lucio Cabañas, o Genaro Vázquez.
Ello, sumado al hecho de que, la figura de Partido Único se garantizaba con la intervención directa de la Secretaría de Gobernación, quien organizaba y hasta contaba los votos del proceso electoral y con la designación que el PPS y el PARM hacían del mismo candidato del PRI.
Pero lo más importante, lo impopular que resultó hacer presidente de la república a José López Portillo; condiciones que volvieron riesgosa la administración de JLP, la cual debía recueperar legitimidad. -No se pierda la tercera parte-
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