Escuche mientras lee: “Te doy una canción”, confesión amorosa de estar vivo; de la genial inspiración de Silvio Rodríguez.
La reforma político-electoral que, irremediablemente llegará, lejos de lo que la oposición pretende vender como discurso, es una muy anhelada compilación de aspiraciones de la ciudadanía, pero aun más importante, requerimientos básicos de la Revolución Pacífica que se registra en México.
La democratización del Estado mexicano, es un proceso que requiere de reglas básicas, de condiciones fundamentales que garanticen el auténtico cambio. Una de ellas, de las más importantes, es la urgente necesidad de combatir y erradicar las mafias de los tres niveles del Poder Público, ergo, urge acabar con la figura de la representación proporcional.
Es decir, con los plurinominales, figura que dejó de ser una forma de procurar un modelo pluripartidista y “democrático”, hace ya un buen rato. Por cierto, desde que nuestro país hubo de padecer la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. Hacer esta precisión, no es de ninguna manera, una declaración visceral o radicalizada, es un hecho que se puede probar; debemos partir del reconocimiento de que, Salinas de Gortari promovió, e hizo realidad la privatización de los partidos políticos, a fin de garantizar que las mafias accedieran al poder público.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Cpeum), determina en su artículo 41, que “el Pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión”…, y en su fracción primera determina, “los partidos políticos son entidades de interés público”…, es decir, el espacio en el cual, la ciudadanía se organiza a fin de acceder al poder.
De hecho, recientemente, la oposición pretende modificar el significado del concepto “democracia”, cuando su origen etimológico es simple, claro y preciso: “demos”, pueblo y “kratos”, Gobierno; democracia representa la soberanía, la dictadura del Pueblo; sí, les guste o no. Es esta la razón por la cual, el artículo 41 ordena que los partidos políticos son el espacio natural en el cual, los ciudadanos se organizan a fin de acceder al poder, con la característica de que, quienes llegan al mismo, lo hacen en representación del Pueblo -o Ciudadanía, palabra que usamos para que no se escandalicen los partidarios de la ultraderecha, sí, aquellos que consideran que ‘el Pueblo es estúpido’ y que nos iría mejor si nos deshiciéramos de estados como Oaxaca o Chiapas. Pero Salinas acabó con esta característica, fomentando la privatización de los espacios que la Cpeum ordena que sean públicos, ejemplos, varios: el Patido del Trabajo (PT) de Alberto Anaya, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) de la familia González Torres, Movimiento Ciudadano (MC) de Dante Delgado.
Para el caso del Partido Acción Nacional (PAN), el salinato lo adquirió a un precio ridículo, el ‘Judas’ fue ni más ni menos que “El Jefe”, Diego Fernández de Cevallos quien además de negociar el maridaje PRIAN, nos obsequió su mejor actuación durante la sesión de la Cámara de Diputados durante la cual, a nombre de la Fracción Parlamentaria del PAN, el “Jefe Diego”, pidió que se quemaran los paquetes electorales del megafraude que representó el proceso electoral de 1988, la cual ganó ampliamente el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Estas mafias, otrora partidos políticos, llegaron a extremar sus acciones de mafiosos, como por ejemplo, ordenar el asesinato de Manuel J. Clouthier (Maquío), quien se opuso a reconocer a Carlos Salinas de Gortari como triunfador del proceso electoral y defender la victoria de Cárdenas Solórzano.
Nunca fue de extrañarse que el PRI operara abiertamente como la mafia tradicional en el poder, luego del asesinato del Maquío, el mismo Salinas ordenó la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Pero, luego de que Diego Fernández vendiera las siglas del PAN en un vergonzoso “acuerdo de alcoba”, “en lo oscurito”, los asesinatos, la asociación delictuosa y demás actos de mafiosos, se hicieron norma en el PRIAN. Y los partidos convertidos en propiedades privadas, trabajaron como “satélites” del interés Prianista, así, por ejemplo, el PVEM fue en coalición con el PAN, con el PRI; en Tabasco (2001) con el PRD y hoy, -como buena furcia-, con Morena.
Y con el fin de garantizar los intereses de la mafia prianista, la figura de la representación proporcional se transformó, de una fórmula que garantice la participación de todos los partidos políticos, a fin de fomentar la democracia, en una lista de lugares garantizados para la ocupación de los más perversos representantes de las mafias y esbirros personeros de éstos, por ejemplo, la lunática Lily Téllez. En la siguiente entrega, el espíritu de la Reforma Política de 1977 y su actual desvirtuación y las extrañas posturas de Gerardo Fernández Noroña a propósito de los plurinominales.
Ciao.
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